BOLITA DE LUZ
Hace muchos años, cuando
las piedras todavía hablaban, había una bolita de luz que siempre seguía su
camino junto con sus compañeras. Salían del sol, iluminaban, calentaban,
derretían… Hacían todo lo que hacen las bolitas de luz.
Más allá, se veía a todas
las gotas de agua siguiendo también su camino. La bolita de luz las observaba
todos los días. Subían como vapor, caían de las nubes, fluían por ríos y
océanos y volvían a subir. La bolita deseaba con toda su luz poder seguir ese camino,
pero ya se encargaban las demás bolitas de decirle que eso no era posible:
—¡No digas tonterías!
¿Cómo vas a seguir el camino de las gotas de agua? Eres una partícula de luz y
tienes que aceptar tu camino.
La bolita se ponía triste
cuando le decían eso, pero pensaba que algún día seguiría a esas gotas de agua
y haría su camino.
—”¿Por qué no puedo
seguir un camino diferente si no molesto a nadie?” —se preguntaba una y otra
vez la bolita.
Hasta que un día, cansada
ya de soñar, cambió de dirección y puso rumbo hacia las gotas de agua. Por el
camino se perdió, le regañaron, tropezó… Pero ella seguía flotando hacia las
gotas de agua porque era lo que más quería en el mundo. Por fin llegó al flujo
de las gotas de agua y, cuando se unió a ellas, apareció un gran arco lleno de
colores.
Así fue como nació el
arcoiris. Cuando una pequeña bolita de luz decidió cambiar su camino haciendo
aparecer un arco lleno de ilusiones y superación.
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