dilluns, 21 de gener del 2019

Fino Finito


Raúl tiene miedo de irse a dormir. Está seguro de que debajo de su cama hay un monstruo. Todas las noches le pide a su madre que se quede hasta que él se haya dormido y su mamá siempre se queda a su lado hasta que Raúl cierra los ojos. Pero algunas noches se despierta en medio de la oscuridad y oye ruidos debajo de su cama. Una respiración fuerte y algo como moviéndose.
Esta noche es diferente. Raúl está subiendo las escaleras que llevan a su habitación y tiene más
miedo que nunca. No puede respirar bien y tiene muchas ganas de llorar. Su madre duerme fuera de
casa por trabajo y su abuela le ha dicho que se tiene que dormir solo, que ya es mayor.
Ya ha llegado a su puerta. La abre lentamente y no puede ver casi nada de tan oscuro que está.
Va corriendo hacia la cama y da un salto para subirse. No quiere estar ahí de pie mucho rato a ver si
el monstruo va a sacar una garra y le va a atrapar.
Se tapa hasta la nariz con las mantas. El corazón le late muy rápido. Está todo muy silencioso y a lo
lejos se oye un poco el televisor que está viendo la abuela.
De repente, oye una respiración debajo de la cama. Raúl se asusta tanto que cierra los ojos muy
fuerte a ver si así para el ruido. Pero no. Ahora lo oye más fuerte y, además, algo se mueve debajo
de él.
Raúl piensa que quizás mirando debajo de la cama y viendo que no hay nada, se puede quedar
tranquilo y dormirse. Así es que, muy despacito, se destapa y empieza a agachar la cabeza debajo
de la cama. Nada más apartar la sábana que cuelga, se encuentra de cara con unos abominables
ojos amarillos que le miran con cara de sorpresa. Raúl se aparta rápidamente y vuelve a taparse con
las sábanas. Ahora tiembla de miedo. Su plan no ha funcionado. Ha sido mucho peor, ahora sabe
que sí hay un monstruo debajo de su cama. Y lo peor, el monstruo le ha visto a él.


El monstruo se mueve más ahora. Levanta la cama un poco y vuelve a caer. Raúl está aterrado. Y
se queda paralizado cuando escucha una voz finita, finita como de una bebé decirle:


-Shhhh, ¡oye, eh! ¡Asómate!


Raúl está alucinado. No sabe si reír o llorar. Piensa que será mejor hacerle caso, aunque con esa
vocecilla de duende que tiene el monstruo, ahora le da menos miedo. Se asoma nuevamente.


-¿Q, q, queeé?- le dice Raúl temblando un poco.
-¿Puedes ayudarme a salir?- otra vez esa voz finita.


Raúl ha visto un poco más del monstruo y no se encuentra mejor… Tiene una cabeza enorme y
peluda y los agujeros de su nariz son como dos cuevas tenebrosas. Baja de la cama y se vuelve a
asomar. El monstruo le enseña las manazas y le pone cara de pena para que tire de él.
Raúl le coge las garras peludas, calientes y pegajosas y empieza a tirar de él. La cama se mueve
encima del monstruo, y no consigue sacarlo por mucha fuerza que haga.


-¿Puedes levantar un poco la cama, por favor?- le dice el monstruo con su voz de hada.


A Raúl le entra la risa pero se aguanta. No quiere hacerle enfadar. Con todas sus fuerzas, levanta
un poco la cama y el monstruo empieza a revolverse. Saca media cabeza, pero se queda atascado.
Se gira y empieza a sacar unas patas enormes como dos troncos. Tampoco puede salir. Raúl se
está quedando sin fuerzas por el peso de la cama y por la risa que se está aguantando.
Finalmente, con un fuerte movimiento, el monstruo logra sacar su cuerpazo y Raúl suelta la cama de
golpe. El monstruo es increíblemente grande. Normal que no pudiera salir. Pero verlo allí todo enorme con las pelusillas de polvo por la cara hace que Raúl empiece a reírse todo lo que había aguantado.


-¡Jajajajajajaja!


El monstruo se rasca la cabeza un poco avergonzado.


-¿No te doy miedo?- dice con su voz de niño.
-¡Jajajajajajajaja!- sigue riéndose Raúl -es queee, ¡jajajajaja!, ¡es que tienes una voz muy fina!.
El monstruo se pone colorado y sonríe un poco.


-Bueno… Siempre he hablado así… Yo he crecido, pero mi voz se ha quedado finita. Me llamo Fino
Finito.


Raúl se parte de risa, no puede aguantarlo más.


-Vaya…- dice secándose las lágrimas -y pensar que hasta hace un momento eras mi peor pesadilla…
-Bueno, a eso suelo venir- le dice el monstruo -pero jamás he podido salir de esa maldita cama.
Todas las noches me quedo atrapado.


Raúl cree que ya no puede reírse más. Le duele la tripa y los ojos le lloran.


-¡Ay, Fino! Miedo ya no me das, pero me has alegrado el rato.
-Bueno, no debería ser así, pero me alegro de todas formas- contesta Fino.
-Y ahora, ¿Qué hacemos?- le pregunta Raúl.
-Pues yo debería asustarte y tú pasar mucho miedo. Pero todo ha salido mal… Para un día que
puedo salir de debajo de la cama…
-Tranquilo, Fino. Me has hecho pasar mucho miedo todos los días hasta hoy. Has hecho bien tu
trabajo.
-¿De verdad?- dice Fino entusiasmado.
-¡Vaya que sí! Todas las noches muerto de miedo por tu horrible respiración y tus terroríficos ruidos.
-¡Pues parece que sí lo he hecho bien! Pero, ahora… ya no tiene gracia que venga a asustarte…
-¡Pero hay muchos más niños y muchas más camas! Búscate una cama bien alta para poder salir
bien y verás qué sustos das.
-Vale. Ha sido un placer hablar contigo- contesta Fino contento.
-Igualmente, Fino. Espero que des muchos sustos, pero no te pases.
-¡Jeje! Está bien, intentaré dar sustos pequeños.


Fino se va hacia la puerta de la habitación y le dice adiós a Raúl con la mano. Antes de salir, Raúl
le dice:


-Ah, Fino. Mejor será que no hables para dar el susto si quieres que te salga bien. ¡Jajajajaja!

Fine sonríe y desaparece. Raúl se acomoda en la cama todavía sonriendo y pensando que, a partir
de ahora, ya no pasará miedo cuando piense en los bajos de su cama. Desde hoy, sólo podrá sonreír
pensando en ese monstruo horrible y bonachón con voz de flauta.

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