dimecres, 20 de febrer del 2019

LUNA DESPISTADA


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Es de noche y ya sale la luna con su forma más moruna.

El lobo, aullando, le dice:

-Gracias por estar ahí, así de noche puedo salir.

-¡Mmmm, qué bonito! -dice la luna- estar aquí es una fortuna.

El mar, con el reflejo de la luna en su vientre, le comenta:

-Gracias por tu tiempo, así me pongo en movimiento.
-¡Hay que ver!, si para mi es un placer.

El búho, con sus enormes ojos, ulula:

-Gracias luna por iluminarme, de esta forma puedo orientarme.

-¡Oh, no me hagas sonrojar!, si a mi me encanta ayudar.

La niña, desde la ventana, agradece:

-Gracias por existir, contigo sé cuándo ir a dormir.

-¡Ay, por favor, si lo hago con todo mi amor!.

La luz del sol va amaneciendo y aparece él con cara de alegría.

-¡Pero Luna! ¿Qué haces aquí? ¡Deberías ir a dormir!

-¡Ay!, estoy tan agradecida y emocionada que me he convertido en la luna despistada.

FILOMENA

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Filomena tiene siete años. Al nacer, a Filomena le pusieron dos flores en las orejas. Todos los días la envolvían entre algodones rosas. Cuando tenía un año le regalaron un collar con corazones fucsias que le apretaba un poco el cuello. Cuando cumplió dos años, le regalaron una tiara de princesa. Filomena pensó que era bonita, pero ella no quería llevar nada en la cabeza porque le pesaba un poco. En la fiesta de su tercer cumpleaños, le pusieron unas pulseras moradas con purpurina y unos tacones con plumas con los que tenía que ir muy despacio con cuidado de no caer. Cuando iba a cumplir cuatro años, sus tíos le llevaron diez muñecas estupendas que a Filomena no le cabían en las manos. Pero eso no fue nada comparado con el super regalo que le hicieron al cumplir los cinco: Una falda con lentejuelas y luces de neón. Filomena se sentía desbordada con tantas cosas. Estaba agradecida, pero empezaba a cansarse. En la fiesta de sus seis años, Filomena recibió un bolso dorado con mariposas, una chaqueta violeta con puntillas, más flores para sus orejas, más tiaras, más collares, más faldas… Y ahí fue cuando empezó a enfadarse de verdad. Salió de casa hecha una furia, se arrancó las flores de las orejas, se quitó el collar y vio que podía gritar y vocear. Lanzó la tiara al aire y vio que su cabeza era más alta de lo que pensaba. Pateó los tacones y se puso a correr por la hierba, tiró las muñecas estupendas al aire y estiró los brazos para ver cuan alto podía llegar. Se arrancó las faldas, los bolsos y las puntillas. Y, cuando se vio liberada de todos los cachibaches, se acostó en el suelo para poder pensar.
Filomena decidió que no quería flores en su cabeza, que sí quería un collar, pero de color rojo amapola. Que quería luces de neón, pero en unos pantalones. Que en lugar de coleccionar muñecas, quería coleccionar minerales y cuando se comprara zapatos, lo haría sin tacones para poder correr.

Y así fue como Filomena decidió quién era y qué quería.

dimarts, 19 de febrer del 2019

BOLITA DE LUZ


BOLITA DE LUZ
 
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Hace muchos años, cuando las piedras todavía hablaban, había una bolita de luz que siempre seguía su camino junto con sus compañeras. Salían del sol, iluminaban, calentaban, derretían… Hacían todo lo que hacen las bolitas de luz.
Más allá, se veía a todas las gotas de agua siguiendo también su camino. La bolita de luz las observaba todos los días. Subían como vapor, caían de las nubes, fluían por ríos y océanos y volvían a subir. La bolita deseaba con toda su luz poder seguir ese camino, pero ya se encargaban las demás bolitas de decirle que eso no era posible:

—¡No digas tonterías! ¿Cómo vas a seguir el camino de las gotas de agua? Eres una partícula de luz y tienes que aceptar tu camino. 

La bolita se ponía triste cuando le decían eso, pero pensaba que algún día seguiría a esas gotas de agua y haría su camino.

—”¿Por qué no puedo seguir un camino diferente si no molesto a nadie?” —se preguntaba una y otra vez la bolita.

Hasta que un día, cansada ya de soñar, cambió de dirección y puso rumbo hacia las gotas de agua. Por el camino se perdió, le regañaron, tropezó… Pero ella seguía flotando hacia las gotas de agua porque era lo que más quería en el mundo. Por fin llegó al flujo de las gotas de agua y, cuando se unió a ellas, apareció un gran arco lleno de colores.

Así fue como nació el arcoiris. Cuando una pequeña bolita de luz decidió cambiar su camino haciendo aparecer un arco lleno de ilusiones y superación.