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Es de noche y ya sale la luna con su forma más moruna.
El lobo, aullando, le dice:
-Gracias por estar ahí, así de noche puedo salir.
-¡Mmmm, qué bonito! -dice la luna- estar aquí es una fortuna.
El mar, con el reflejo de la luna en su vientre, le comenta:
-Gracias por tu tiempo, así me pongo en movimiento.
-¡Hay que ver!, si para mi es un placer.
El búho, con sus enormes ojos, ulula:
-Gracias luna por iluminarme, de esta forma puedo orientarme.
-¡Oh, no me hagas sonrojar!, si a mi me encanta ayudar.
La niña, desde la ventana, agradece:
-Gracias por existir, contigo sé cuándo ir a dormir.
-¡Ay, por favor, si lo hago con todo mi amor!.
La luz del sol va amaneciendo y aparece él con cara de alegría.
-¡Pero Luna! ¿Qué haces aquí? ¡Deberías ir a dormir!
-¡Ay!, estoy tan agradecida y emocionada que me he convertido en la luna despistada.
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